Desconcertante
mundo el mío,
a caballo entre la soledad y la epidemia.
Agobiante
casi siempre
el hedor de cuánto me rodea.
Semejante
a la parábola
que describe la pelota de un niño.
Delirante
mi cabeza que trata de rellenar
cada agujero.
Si escogiese lo vivido sería tan semejante y tan distinto.
Si escogiese lo vivido sería tan semejante y tan distinta.
¿Qué hacer
si me ha creado
tanto lo comido
como lo evacuado?
Si soy saliva y esputo,
si soy la rosa y la espina,
el beso y el arañazo,
el pene, el váter, la orina ...
La que da, la que recibe, la que mira.
Y soy diafragma.
Si algo he de ser, es diafragma.
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