domingo, 15 de noviembre de 2009

17. Vaginas de paraíso.

Extensiones horizontales,
y verticales,
y gestos.
Una energía del fondo de la columna
hacia la pelvis.
Nervios que son raíces.

No hay Dios entre estas cuatro paredes.
No hay alma.
No hay éticas ni filosofías.
Hay ramas.

Me lanza horizontes con cinta de látex,
no hay desperdicios,
todo es aprovechable:
la saliva, la locura ...

Aquel que mire casualmente dirá: Caos ...
Aquel que mire desde dentro dice: ¡Vida!
Aquel que vive esa vida dice: Ramas.

Cinco dedos que se estiran sobre volcanes de nieve,
que se encogen,
que vienen y que van.
Volcanes de nieve que se pierden en paisajes del sur.
- ¡Son tan oscuros!

Cinco dedos que se estiran sobre pelos enredados.
Pelos que esconden la cabellera de un árbol.

Paredes que me abofetean y se consumen solas.
Se pierden en un vacío que no hay y que no existe.

La incoherencia dice espasmos
cuando habla de placer;
y la lija no estropea la seda.

Rasgan las voces un silencio que jamás ha exisistido
y la falta de sonido se hace carne.
Eco: de todo, de nada.

Las perlas de sudor ajeno alimentan los poros de mi piel.
Las entradas y salidas ya no tienen cartel:
se perdieron, confundieron y fundieron.

Los lechos tienen mil formas
y mi texturas,
mero apoyo del descanso de alguna extremidad.
No de la mente,
que viene y va
por momentos.
¡Flashback!


Las teclas del piano
se enjuagan de amor líquido
que lleva un hombre moreno consigo.
- ¡Deja que el hombre baile conmigo!
Deja que entre en mi casa,
y la revuelva.

El aire te hace daño en el diafragma
pero apremias el dolor de tus costillas
y deseas el azote de los vientos
que con furia muevan tus ramas.

Cuando el ángel te abrace los muslos
y su esencia te deje empapada,
volverán a existir las paredes,
el alma y las filosofías.
Preguntarás: ¿Dios mío?
Pero ya no habrá árboles, ni ramas.
Sólo sombras de sudor cuajado
y perlas blancas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario