martes, 12 de mayo de 2009

10. Errante caminante en su camino.


He cometido para mí, el mayor de los errores - y ni siquiera se como ha ocurrido -, y es el mayor porque desencadena una serie de errores secundarios que a menudo, no sabes cuando van a tener fin.

Supongo que ahora tendré que pensarmelo dos veces antes de gritarle al mundo que más de la mitad de su gente es subnormal, y que carece de fundamentos ideológicos sólidos.

Pero le echaré la culpa a los tiempos contemporáneos que corren, que a mi la espalda ya me pesa demasiado. A fin de cuentas es salgo púramente humano echarle las culpas a otro, así que habremos de sacar provecho de lo poco que como personas podamos sacar.

¡Voy a darme un aplauso a mi misma! Y es que después de creer que no podría cagarla más, me agaché y me rebocé por el estiercol.

¡Amén hermanos!


(Cortado y pegado de :)

9. La pescadilla que la cola se muerde.

La eternidad se precipita sobre mi cabeza, la eternidad no, “mi eternidad”, el resto de mi vida. Ni idea tengo de cómo afrontarla, ¿tanto habría de cambiar si eligiese uno u otro camino?

La experiencia me demuestra que mis historias se repiten, quizá no como un calco exacto, pero si de manera tan frustrantemente similar. Frustrante porque no puedo evitarlo, elija el camino que elija, y viniese del camino que viniese. Me encuentro inmersa en un tirabuzón del tiempo, que constantemente me lanza y me atrapa de nuevo en su liana, una espiral que me engulle y de la que incapaz soy de salir. “¿Luchas por cambiarlo?”, pienso a veces, y me contesto rápidamente que qué es aquello por lo que debo luchar, y que para qué hacerlo, sino depende de mi.

Empiezo a dar por sentado que los destinos están escritos, algo totalmente irracional, pero la manera más racional de contestarme por qué todo en mi vida se repite hasta la saciedad como un guión vomitado constantemente por una hilera sucesiva de actores que interpretan en el teatro de mi vida. Siempre el mismo guión aunque con rostros y tiempos distintos, y hasta maneras. Siempre las mismas metáforas, los mismos errores, los mismos símiles ...
¿Será mi vida la recreación del refrán de : “la pescadilla que se muerde la cola”? Puede que yo no sea más que eso: la iconografía de una creencia popular.

martes, 5 de mayo de 2009

8. Putos treintas de abriles.

Esos días de mierda dejan constancia de muchas cosas: de glorias, de penas, de cacharros que fregar, o niños que llevar al colegio, de panes que se compran cigarros que se venden y gente que cumple años, gente como yo.

El día 30, la que carga estas líneas con el corrosivo veneno del sarcásmo cumplió 21 años.

A todos expresé que me siento más vieja pero no más sabia, y probablemente peor.

El día apareció con las muestras de recuerdo de aquellos de los que el resto del año no sabes una mierda: un felicidades en el móvil, un que cumplas muchos más en el flog, un e-mail detallista en tu buzón ... Todo eso que a la mayoría pone una sonrisa en la boca, y que a las anormales como yo nos sitúa un signo de interrogación en la cabeza.

Al día siguiente actualicé mi página habitual , que estaba copada de las susodichas felicitaciones. A ellos les escribí un mensaje. A ustedes (si es que alguien lee algo de esto), les diré lo mismo, sin rodeos:

Me encuentro sumamente agradecida, por los detalles, los regalos, ... a todos en cierto modo nos hace ilusión ese día en que parecemos ser un poco el centro y donde todo nuestro ego tiene cabida.

Ahora bien, en mi maravilloso afán por arruinar los momentos bonitos, he llegado a la conclusión de que los cumpleaños son el contento de los fracasados. Explico: hay gente a los que felicitamos porque han conseguido un buen trabajo, porque han tenido un hijo que esperaban con ilusión, porque han ganado un premio, sacado unas oposiciones, triunfado en algún aspecto o superado algo díficil. Pero, si yo jamás he coseguido nada de eso, no he de preocuparme porque tendré la certeza de que en mi cumpleaños alguien me felicitará. Y, ¿por qué? Por haber seguido aquí un año más sin haber conseguido otro motivo por el que tuviesen que felicitarme ...

Me gustaría poder pedir que me felicitasen cuando hubiera descubierto el significado de la vida, o quizá algo más sencillo, quizá que me felicitasen cuando hubiese aprendido a vivirla y no sólo por haber alcanzado un año más sin saber que cojones estoy haciendo con ella. Pero entonces estaría renunciando a ese contento que todos los fracasados, por derecho, tenemos: las putas feicitaciones de cumpleaños.

Y ahora es cuando ustedes me catalogan de desagradecida, de amargada, y largos y poco afables etcéteras, y cuando yo sonrío y pienso : ¿qué sería de mi vida sin todas las críticas ajenas?


¡Odiosas Felicidades JacK !