sábado, 19 de diciembre de 2009

25. Configuración tardía.

A lo largo de nuestra vida todo parece rendirse al paso del tiempo y de los días, y mutamos a cosas que predecíamos pero tambien a cosas que de una u otra manera no fuimos capaces de predecir.

Sujetos al cambio, como cambia el espacio que nos rodea nos hacemos más viejos y no siempre más sabios, aunque si más llenos de aportes, como recortes que vas pegando en el corcho de la habitación.

El tiempo pasa , y las cosas transmutan , y hay momentos que vienen y que se van , algunos que se guardan y recuerdan, que nos impiden vivir cosas parecidas o nos impulsan para hacer algo nuevo y arriesgado. Cosas que se pierden en ese precipicio oculto tras la puerta de atrás de la memoria.

Somos como una estación dónde siempre hay cosas que llegan y cosas que se van ...

Y cambiamos. Cambiamos sujetos a los cambios de todo lo que cambia, lo que crece, lo que muere o se destruye, lo que llega , lo que se va ...

Y cambia nuestra personalidad, nuestra óptica, nuestra manera de afrontar no sé que cosas, nuestra manera de actuar ...

Porque todos , todos hasta el último instante de marcharnos, caminamos a paso ligero hacia esa configuración tardía que nos enseñe a morir.

24. Duerme.

- “Una mano separa tu ombligo de tus pechos, media mano del principio de la vagina, media mano mide la vulva y aún desconozco la profundidad del coño. Una lengua entre el clítoris y la puerta de entrada a la boca del león, un dedo de ancho – o dos, o tres o cuatro, ... o depende, o una polla- , pero si he de describirte lo haría con miles de pétalos que te cubran: uno por ojo, uno entre los ojos, uno a lo ancho de la boca y tres por mejilla, y del codo a la punta del dedo índice van cinco en cadena. Pero he de parar, que contar me desespera, si eso implica recorrerte con la mente por entera: prefiero que sea a piel y lengua.

Te descubro cada día y he perdido la noción del tiempo en tus lunares, como el astrónomo que enloquece en sus delicias, y veo, que se me escapa vida al contemplarte, no se detiene el reloj de arena. ¿Tiempo perdido? Invertido en descifrar el enigma de tu cuerpo, que comienza en los pies, en la punta de tus dedos, y te emana del pelo que se desmorona sobre la almohada; pasa por tus rodillas que a veces tiemblan , y hace un giro en tus muslos para tocar tus nalgas, ... se detiene ; sube brotando de las caderas hasta el pecho, que esquiva la espalda, lame la nuca, y se escapa a la contra a besarte fuerte en la boca.

La porcelana con la que hicieron tu cuerpo no existe porque no existió tal porcelana de carne ni tal piel de porcelana, fue la porcelana platónica y soñada. Vajilla onírica pintada de ensueño, dibujó profusos senos y un corazón en el centro, más abajo, al que llamó ombligo. Aderezó la blanca silueta de topos marrones salteados, escupidos por el cuerpo sin esquema, rompiendo la armonía de la blanca porcelana, esa platónica y soñada. Un firme tajo rasgó tus piernas e hizo dos largos brazos bajos que cuelgan cuando te sientas en la alacena, blancos y blandos, largos y en apariencia débiles. Arriba, más arriba de los muslos, el tajo se incrementa, se hunde fuerte en la carne y lo pierdo de vista, me grita fuerte a la cara la presencia de tu vagina, tan blanca y pulcra, ligeramente rosada a los adentros, coronada de un flequillo de vello negro tan fino como el terciopelo. Sube, y no te detengas aunque te llame un aroma que quisieras para ti, y alcanza las montañas, sobrepasada la llanura limpia, montañas que culminan en dos enormes pezones rosas que chupar, que lamer y sobre los que descansar hasta las naturalezas muertas que reviven del calor que emana el pecho y el compás del corazón.


En el frió de tu rostro ya me pierdo, - que ilusión tratar de describirlo con palabras - pues aunque tus labios griten el calor que llevas dentro y tu lengua me haga descender a los infiernos, la gélida mirada que mantienes esquiva toda vida, te hace inerte. No puedo paliar eso – no lo intento -, seguiré acurrucando los instantes en el calor de tu forma.

Tiempo perdido. No logro descifrar el enigma de tu cuerpo. Tal vez todo se simplifique si permanezco más adentro.” – pensé mientras la veía dormida. - “Realmente, querida, me fatigas sin medida y sin piedad. Al oírte suspirar, se diría que sufres más que las busconas sexagenarias y que las ancianas mendigas que recogen mendrugos de pan a la puerta de las tabernas. Si al menos tus suspiros expresaran remordimiento, te honrarían un tanto; pero sólo traducen la saciedad del bienestar y el agobio del reposo. Y además, no cesas de prorrumpir en palabras inútiles: ¡ámame, lo necesito tanto!¡consuélame, por aquí, acaríciame, por allá! . Mira, voy a intentar curarte (...)” - .

Descubrí la sábana, arrastré la mano, entreabrí sus piernas, me saqué la polla y la penetré.

“Para conocer la dicha hay que tener el valor de tragársela”.

jueves, 10 de diciembre de 2009

23. El rendido dirá ...

Barcos que zozobráis,
¿por qué esperáis
a anclar en el muelle de la noche?
No es la tormenta vinagre tan intenso
que os haga vomitar.
Pero eyaculáis odios y melancolías
sobre pechos de putas que no habéis pagado
Que no pensáis pagar …



Una mueca. Un silencio.
Con recelo miro el mar:
sopa de avestruces por la que navegar.
¡Jamás anclar!
Aunque se cuaje,
aunque maree el hedor.



Ese viejo loco chacal trató de caminar,
se hundió con mi respeto entre sus fauces.
Yo sigo navegando en esta sopa
de avestruces y chacales.



Con la alambrada me hice un hermoso vestido,
lo pasee entre vuestros oros y diamantes,
y vieron, visteis, el resto de las vacas,
que yo también sabía mugir.



Por mi garganta han resbalado tantos tés,
y enjuagada mi boca tantas veces con licor,
que sigo follándome a la tormenta
y diciéndole después adiós: ¡Adiós!



Barcos que zozobráis
¿por qué esperáis
A anclar en el muelle de la noche?
Hasta las alcantarillas tienen esfínteres.

martes, 8 de diciembre de 2009

22. Orfanato de tierra.

Adopto entes extraños.

Alguien que se os cayó de un camión.

Seres malditos.
Chicos bonitos,
a su manera.

Adopto gente distinta:
niños que quieren ser niñas
y niñas que son marcianos.
Y prepúberes de vello incipiente en la barba que se masturban con un cómic de Wonder Woman.
Las que ven una película de Bergman a las cuatro de la mañana.
Post adolescentes que se sienten encarcelados en sus vidas.
Adopto a las feministas.

Adopto animales,
y subnormales
socialmente asignados.
Y mutilados aparentes
que otra gente
llamó: ¡ dementes !
... una vez.

Adopto chicas traviesas
que se frotan la entrepierna
con el pomo de una puerta.
Jóvenes con bragas de abuela,
con lazos en la cabeza
e inocencia perdida entre los muslos.

Adopto miradas tristes.
Adopto el olor a viejo.
Adopto grietas
y adopto vidas:
melancolías que se mezclan con sonrisas,
y con sorna.
¡ Y con sarna !
Adopto sarpullidos,
restos de saliva junto a la boca,
cicatrices
y lagañas.
Adopto los despertares vestida,
el gusto a vómito por la mañana
con el olor a óxido en las manos
y la camisa manchada.
Y caídas
y sangre en las rodillas.
Adopto tacones doblados
y medias rotas.
Y lesbianas transitorias
de ginebra.

Adopto manos
que raspan cuerdas
y tocan alguna melodía de los 70,
como la carne.
Son manos que tocan piel,
y alma.

Adopto planos del mundo
y planes para el futuro
que nos laven el cerebro y nos hagan creer que este momento sólo es el presagio de algo mayor.

Adopto el olor a café recién hecho.
El olor de la mano que has tenido toda la noche entre las piernas, por el frío.
El olor de incienso.
¡De un cigarro del demonio!
De tu piel al salir de la bañera.

Adopto ojos
para mirarlo todo
y no perderme nada.



Adopto todo el elitismo de este mundo
para evitar adoptar a los descabezados,
a los mudos que hablan,
y a las hienas.

¿Y quién me adopta a mi?