jueves, 10 de diciembre de 2009

23. El rendido dirá ...

Barcos que zozobráis,
¿por qué esperáis
a anclar en el muelle de la noche?
No es la tormenta vinagre tan intenso
que os haga vomitar.
Pero eyaculáis odios y melancolías
sobre pechos de putas que no habéis pagado
Que no pensáis pagar …



Una mueca. Un silencio.
Con recelo miro el mar:
sopa de avestruces por la que navegar.
¡Jamás anclar!
Aunque se cuaje,
aunque maree el hedor.



Ese viejo loco chacal trató de caminar,
se hundió con mi respeto entre sus fauces.
Yo sigo navegando en esta sopa
de avestruces y chacales.



Con la alambrada me hice un hermoso vestido,
lo pasee entre vuestros oros y diamantes,
y vieron, visteis, el resto de las vacas,
que yo también sabía mugir.



Por mi garganta han resbalado tantos tés,
y enjuagada mi boca tantas veces con licor,
que sigo follándome a la tormenta
y diciéndole después adiós: ¡Adiós!



Barcos que zozobráis
¿por qué esperáis
A anclar en el muelle de la noche?
Hasta las alcantarillas tienen esfínteres.

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