martes, 8 de diciembre de 2009

22. Orfanato de tierra.

Adopto entes extraños.

Alguien que se os cayó de un camión.

Seres malditos.
Chicos bonitos,
a su manera.

Adopto gente distinta:
niños que quieren ser niñas
y niñas que son marcianos.
Y prepúberes de vello incipiente en la barba que se masturban con un cómic de Wonder Woman.
Las que ven una película de Bergman a las cuatro de la mañana.
Post adolescentes que se sienten encarcelados en sus vidas.
Adopto a las feministas.

Adopto animales,
y subnormales
socialmente asignados.
Y mutilados aparentes
que otra gente
llamó: ¡ dementes !
... una vez.

Adopto chicas traviesas
que se frotan la entrepierna
con el pomo de una puerta.
Jóvenes con bragas de abuela,
con lazos en la cabeza
e inocencia perdida entre los muslos.

Adopto miradas tristes.
Adopto el olor a viejo.
Adopto grietas
y adopto vidas:
melancolías que se mezclan con sonrisas,
y con sorna.
¡ Y con sarna !
Adopto sarpullidos,
restos de saliva junto a la boca,
cicatrices
y lagañas.
Adopto los despertares vestida,
el gusto a vómito por la mañana
con el olor a óxido en las manos
y la camisa manchada.
Y caídas
y sangre en las rodillas.
Adopto tacones doblados
y medias rotas.
Y lesbianas transitorias
de ginebra.

Adopto manos
que raspan cuerdas
y tocan alguna melodía de los 70,
como la carne.
Son manos que tocan piel,
y alma.

Adopto planos del mundo
y planes para el futuro
que nos laven el cerebro y nos hagan creer que este momento sólo es el presagio de algo mayor.

Adopto el olor a café recién hecho.
El olor de la mano que has tenido toda la noche entre las piernas, por el frío.
El olor de incienso.
¡De un cigarro del demonio!
De tu piel al salir de la bañera.

Adopto ojos
para mirarlo todo
y no perderme nada.



Adopto todo el elitismo de este mundo
para evitar adoptar a los descabezados,
a los mudos que hablan,
y a las hienas.

¿Y quién me adopta a mi?

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