martes, 12 de mayo de 2009

9. La pescadilla que la cola se muerde.

La eternidad se precipita sobre mi cabeza, la eternidad no, “mi eternidad”, el resto de mi vida. Ni idea tengo de cómo afrontarla, ¿tanto habría de cambiar si eligiese uno u otro camino?

La experiencia me demuestra que mis historias se repiten, quizá no como un calco exacto, pero si de manera tan frustrantemente similar. Frustrante porque no puedo evitarlo, elija el camino que elija, y viniese del camino que viniese. Me encuentro inmersa en un tirabuzón del tiempo, que constantemente me lanza y me atrapa de nuevo en su liana, una espiral que me engulle y de la que incapaz soy de salir. “¿Luchas por cambiarlo?”, pienso a veces, y me contesto rápidamente que qué es aquello por lo que debo luchar, y que para qué hacerlo, sino depende de mi.

Empiezo a dar por sentado que los destinos están escritos, algo totalmente irracional, pero la manera más racional de contestarme por qué todo en mi vida se repite hasta la saciedad como un guión vomitado constantemente por una hilera sucesiva de actores que interpretan en el teatro de mi vida. Siempre el mismo guión aunque con rostros y tiempos distintos, y hasta maneras. Siempre las mismas metáforas, los mismos errores, los mismos símiles ...
¿Será mi vida la recreación del refrán de : “la pescadilla que se muerde la cola”? Puede que yo no sea más que eso: la iconografía de una creencia popular.

3 comentarios:

  1. Ummm
    vamos directo al grano
    a mi me pasó que vivencié el eterno retorno, lo que tu dices. lo sentía, lo comprendía, era angustiante. No es un asunto de pensamiento, sino de sentir. Bueno, pasé por mil weas, y me metieron pastillas, antipsicóticos, y ya no me sucede hace más de un año y medio

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