martes, 14 de abril de 2009

2. Del “cómo me veo”, al “qué es la locura”, el “sexo” o el “entendimiento”; más múltiples chorradas de relleno.


¿Existen superhéroes mediocres? Si el destino del mundo dependiese de mi, probablemente no quedarían hazañas que contar porque jamás se habrían dado tales hazañas, y de haberse dado habrían sido tan sumamente absurdas que no se concebiría mención alguna en ningún párrafo que se precie. ¿Por qué? Como súper heroína mediocre quizá sólo pudiera agredir a mi enemigo con un ataque masivo de síndrome menstrual, caracterizado por una fuerte subida de humos a la que prosigue una portentosa lluvia de ostias. Si no diese efecto probaría a tirarle el tampón a la cabeza.

No creo en superhéroes, aunque si en “supervillanos”: antagonistas reales que hacen que tu vida sea un poco más mierda, y que tu mierda apeste un poco más, ese tipo de personas que son como pellizcos en la ingle, como espinillas en el culo o mocos resecos en la nariz, o cualquier cosa asquerosa que pudieses mencionar – o imaginar, ya puestos-, ese tipo de gente que te sobra. A veces me reconforta pensar que si no les miro y no les imagino, y les borro por completo del presente, el momento y la memoria, se convertirán en estatuas de sal que destrozará y se llevará el viento a su paso con un soplo fuerte y merecido, y jamás tendría que volver a preocuparme por aquella zorra de “tal”, aquel cabrón de “cual” o el mismísimo hijo de la gran puta “ese”. Pero como según me han dicho yo soy adicta a la melancolía y cual masoca, gozo con mi tormento, así que seguramente echaría en falta el ardor que me produce el asquearlos, la adrenalina que me sube al odiarlos, y el placer que me da imaginar de cuantas maneras podría matarlos. Pero la idea de matar es de ¿locos?

¿Quién estableció los parámetros de la locura?¿La diferencia entre loco y cuerdo? ¿Por qué tu eres normal y yo anormal? ¿Qué te hace pensar que tu elección es la correcta? A estas alturas difícil sería tratar de negar que en el fondo si me gusta mi interior, mis paranoias temporales o mis comportamientos extraños: tocar una pared y ensimismarme con su tacto mientras todo el mundo a mi alrededor piensa que estoy como una jodida cabra, o mirar al cielo mientras camino hasta que me doy cuenta de que estoy apunto de darme de bruces con una farola, coger suavemente la espuma del café con la cuchara para comérmela o mojarme las manos con agua fría al salir de la ducha. Probablemente esto sea lo más veraz que alguna vez podría decir sobre mí, probablemente lo más íntimo, y esa intimidad se compone de detalles.

¿Qué suponen los pequeños detalles? Hay refranes que dicen que las grandes cosas pueden cambiarse, pero que son los pequeños detalles los que componen la vida. Claro, y una mierda. Probablemente jamás una familia media se deshaga de la jodida hipoteca pero puede pasarse del pan blanco al integral. Claro que seguro que el refrán no se refiera a eso con detalles.

Es curioso. Mientras escribo escucho mis pensamientos como si estuviese manteniendo una conversación conmigo misma, o estuviese escuchando un monólogo: el monólogo de mis ideas; y me veo a mi misma ciertamente patética. Observen como salto de los toques intimistas en los que parece que voy a volverme sensible por momentos o incluso sacar una ficticia Amélie que pueda llevar dentro, al lenguaje salido directamente del camionero con la boca más sucia de la carretera, o me dan arrebatos sarcásticos, o hasta mi visión catastrofista del mundo puede resultar cómica. Soy la personificación del desastre más patético habido y por haber.

En cierto modo creo que experimento un cierto grado de bipolaridad. No me malinterpreten, no soy psicóloga ni nada parecido, ni hablaba talmente del TAB como la psicosis maniaco depresiva básica que todos conocemos, más bien me refería a un entendimiento bipolar conmigo misma: esa concepción de ser mi mejor amiga y mi peor enemiga, del amor / odio. ¿De dónde procede? Buena pregunta. Quizá mi amor interno choque drásticamente con el odio que siento por mi persona de fuera, y todo eso se mezcle como en una batidora y acabe saliendo lo que soy.

Ser, a todo el mundo le digo que soy una especie de viuda negra hiper pesimista y enfadada con el mundo, y lo cierto es que adoro el término, aunque simplemente sea verborrea – lo que por cierto, me sobra -.

Shakespeare dijo algo así como que es mejor ser rey de tu silencio que esclavo de tus palabras, y adoro esa cita que deberían tener en mente toda esa pandilla de analfabetos funcionales a los que te apetecería decir: ¡¡cállate capullo!!, pero eso choca drásticamente con el lenguaje verborréico enrevesado que acostumbro a utilizar cuando me expreso. De nuevo aludiría a la bipolaridad, pero sería repetir más de lo mismo y hay quien dijo que las grandes obras siempre se escriben lo más cerca del punto final ... ¿o eran los artículos periodísticos? “Caput”. Quizá en el fondo me guste que no me comprendan y por eso tienda a hacerlo todo más complejo, más difícil de ver, o más abstracto.

La comprensión. Es curioso porque la “Wikipedia” famosa de internet dice que el entendimiento o intelecto en su sentido más común se considera como la facultad de pensar, el cómo y el dónde se produce el pensamiento como capacidad de leer el interior de la realidad de las cosas, y por tanto de comprenderlas mediante conceptos adecuados a la realidad de ellas. Según esto si yo fuera una materia que el resto tuviera que entender, habría de considerar al 90 % de la gente con la que mantengo contacto unos putos descerebrados, pasando por conocidos, compañeros o alguien con quien simplemente folle. ¿Por qué? Bueno, ¿por qué todos me dicen loca? O mi “preferida”: “¡qué mal estás!”. Capullo, defíneme el bien y el mal. Pero la mayoría de la gente presume de experiencia de la vida, una vida que no suele ser más que un puto episodio mediocre desde el que se creen capaces de aconsejarte o criticarte o hasta juzgarte y mentalmente sentarte en la silla eléctrica en la que van a achicharrarte. Pero tranquilo, que si eres de aquellos que caminan detrás de la fila probablemente te salves y hasta triunfes: trabajo, amor, relaciones, ... A fin de cuentas, y a una frase de la película de Ghost World me remito, : “Sólo los gilipollas tienen buenas relaciones”.

Que yo hablara de relaciones sería ridículo: pienso más con el coño que con la cabeza. Bueno, quizá eso sea un poco exagerado, pero llegas a esa conclusión cuando te interesa tanto la lectura sobre sexo, escribes casi siempre sobre temática de sexo, piensas en sexo varias veces en una jornada, te masturbas a diario, y una vez que empiezas a follar no pararías hasta quedarte completamente sin aliento y sin movilidad en ninguno de los músculos de tu cuerpo – bueno, quizá ese último punto dependiese del prototipo de “follador/a” que te tocase -. ¿Ninfomanía? Me lo han dicho. Me lo he planteado. Pero no soy promiscua y creo que eso es un requisito básico para ser ninfómana, claro que ¿con cuántos tios tendría que acostarse una tia de mi edad para ser considerada promiscua? ¿Con cuántas tias un tio? Algo así preguntaba Susana en la película de “Inocencia Interrumpida”, pero quizá si me metiera ahora a hablar de temas sociológicos y feministas acabaría haciendo una especie de manifiesto y tampoco pretendo eso ahora.

¡Manifiéstate! Se tu mismo. La publicidad está plagada de anuncios de ese tipo: pensar por ti mismo, ser original, bla bla bla. Yo no creo que nadie tenga un pensamiento original supremo, creo que nos alimentamos del pensamiento de otros y vamos construyendo cosas nuevas, pero en realidad son los mismos pensamientos antes desarrollados por otros en contextos diferentes. Platón, Aristóteles, Newton, Descartes o Maquiavelo quizá pensaron cosas pro primera vez, única y exclusivas, puede que hasta algún genio de la actualidad también, y sentaron las bases de la filosofía, sociedad, política o ciencia, un mundo que construimos en base a eso, y sobre el que pensamos en base a eso. Pero no hay pensamientos propios, son ... conjugaciones.

A veces pienso que lo mejor sería dejar de conjugar. Yo dejo de conjugar (pensar) cuanto tengo sexo, igual por eso me gusta tanto. No piensas, te limitas a sentir, a sentir desde tu vagina, a sentir un aliento que se agita, ese sudor que resbala, o el tacto de la otra persona, o su sabor, o su olor, pero no sientes desde tu cabeza, nunca desde ahí, y es tremendamente gratificante. Puede que ahora dedique el resto de mi vida únicamente a contar orgasmos.


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