miércoles, 15 de julio de 2009

11. Sobre la locura

A menudo pienso en la razón, en el por qué y en el cómo de estar loca. La ambivalencia de si estoy loco o cuerdo, de si me quedo o me voy, ... ¿Importaría realmente que alcanzase alguna de esas respuestas? ¿Qué cambio habría de suponer entonces?

Quizá no logre resolver nunca, ni yo, ni nadie, la encrucijada entre locura y cordura y como la locura parece ese don iluminador que te permite ver la realidad y comprender todo aquello cuanto te rodea. Quizá de ahí que estemos perseguidos y seamos diagnosticados, etiquetados y tratados en pro de conseguir que el funcionamiento de nuestra mente deje de ser tan particular y se una a esa masa mediocre de mentes tan similares a las del resto. Sólo entonces estaremos clínicamente sanos. Después es cuando llega el ser socialmente aceptado y el cambio de la etiqueta por la que tiene el rótulo de NORMAL. Ahora sí que podremos integrarnos en la maravillosa vida homogénea con el resto que la sociedad ha preparado para nosotros, y transitar por ese pasillo, como el del hospital que trataban de evitarnos, hasta morir.

¿Qué las cosas cambian? ¿Qué los tiempos cambian? No, no lo creo. Quizá raspaduras externas produzcan lesiones en el contorno, pero no cambios estructurales, no grandes cambios internos que supongan una revolución, un despiece, una nueva estructura. ¿Qué ahora tienes más oportunidades de las que tuviste ayer? Tampoco es cierto. Cada patraña encubre una mayor que no te deja expresarte libremente, que te coarta y te coacciona hacia donde quiere que se dirija tu barco. A veces son patrañas sociales, patrañas que generan los entornos, a veces es un compañero o un familiar que se convierte en un obstáculo hacia esa meta absurda para él, alguien que te coarta, te ha coartado o te coartó. Pero puedes eludir esas patrañas por un tiempo, fingir que no están, o que no te importan, o que no te influyen lo más mínimo, pero las patrañas son una especie de “dios2 infinito en el espacio y en el tiempo y actúan a su propia voluntad, viene y van y se te chocan en frente cuando creías haberlas superado.

¿Y qué yo vea esto significa que estoy loca? ¿Qué padezco algún tipo de desorganización interna? Tampoco lo creo. Y desde luego no lo apruebo, es sólo una manera diferente de mirar, sólo una distinción más. ¿Por qué yo he de ser la loca y no tú?
La locura es relativa a los ojos del que mira, sobre todo, cuando en teoría, paciente y médico podrían intercambiarse su papel.

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